jueves, 21 de mayo de 2015

¿Es la Heráldica una ciencia?


Todo heraldista habrá escuchado alguna vez las expresiones “ciencia del blasón” o “ciencia heroica” para referirse al estudio riguroso de la heráldica, pero ¿Resulta realmente adecuada esta denominación?.
Quisiera compartir una reflexión a la que llevo tiempo dando vueltas, quizás con cierta osadía, al nadar un poco a contracorriente de conceptos ya establecidos en un ámbito en el que no hace tanto que asomé la cabeza por primera vez.
No obstante, mi intención con este breve ensayo no es sentar cátedra, es más bien invitar a la reflexión, y quizás, incitar con humildad a una reformulación de conceptos e ideas.

Desde hace un tiempo, el mundo académico se ha visto sumergido en un cientifismo omnipresente que relega a las “humanidades” a un segundo plano en favor de las ciencias, quizás a causa de los tiempos en los que vivimos, en los que el pragmatismo y los avances de la técnica hacen que las cuestiones más propias del genio abstracto, filosófico y reflexivo se vean como una pérdida de tiempo al resultar menos prácticas en apariencia.
La respuesta académica a esto ha sido pretender que todas las llamadas “humanidades” pasen por ser una “ciencia”, para estar a la altura de las ciencias puras, ahora encumbradas por encima de todo.

De hecho, ya no se habla de periodismo, se habla de “Ciencias de la información”, del mismo modo que muchas facultades de Derecho han adoptado el nombre de facultades de “Ciencias jurídicas”.
Como hombre de leyes, me he pasado toda la carrera escuchando aquello de la “Ciencia del Derecho” y el concepto del jurista considerado como “científico”.
Sin embargo, cualquier jurista que haya ejercido la profesión sabrá que nada hay menos científico que la ley, y nada hay más impredecible, cambiante e inexacto que su aplicación, por desgracia para quienes nos dedicamos a ello.
Este cientifismo extremo también se extiende a la Heráldica, como les sucede a todas las humanidades, y es que a cualquiera le resulta muy evocador imaginarse a uno mismo con una bata blanca.

Pero no piense el lector, que esto es un ataque contra las ciencias o que comparto el menosprecio a la esencia de las humanidades que parece estar de moda en el ámbito académico.
Sencillamente, considerar a la Heráldica como ciencia parte de un axioma errado, ya que no se le puede aplicar con éxito el método científico -algo imprescindible para una ciencia-, entre otras cosas porque cualquier experimento que se quiera hacer con respecto a la Heráldica nunca dará los mismos resultados si los efectúan distintas personas en distintos lugares, es decir, no es exacto y no se puede repetir hasta el infinito dando el mismo resultado cada vez con certeza.
La única similitud de la Heráldica con la ciencia es la existencia de una sistematicidad para su estudio y creación, la cual tampoco es absoluta, pues existen infinitas excepciones y variaciones a la regla general en cada aspecto que de ella queramos observar.
Pero tampoco debe ser considerada sencillamente un arte, como la define la Real Academia Española de la Lengua, ya que el elemento creativo, si bien es fundamental, viene limitado por un amplio sistema de reglas.

A ese respecto, veo interesante la definición que daba el Coronel García-Menacho a sus alumnos, en la que consideraba que “la Heráldica es un arte que emplea métodos científicos”.
No la comparto plenamente, pero me parece una definición infinitamente más adecuada que las que se suelen encontrar en estos tiempos.

Si bien por todo lo expuesto, a mi juicio es erróneo considerar a la Heráldica como ciencia, cabe hacer una segunda pregunta:

¿Necesita la Heráldica ser una ciencia?
Desde mi perspectiva, es claramente innecesario aplicar el cientifismo a una disciplina como la Heráldica, y esto se debe a que como hacen las armas parlantes, la Heráldica se define a si misma.
Nadie comienza a estudiar blasones por un afán de medición científica de la proporción. Lo hace por la capacidad evocadora que tiene todo escudo de armas, porque trae a la mente las grandes gestas de un tiempo ya remoto, porque satisface el alma de quienes poseen una inquietud por lo ancestral y porque apela a lo más profundo de lo que cada uno es y de donde viene.
Ahí es donde en bruto, aparece el mismo tipo de genio que tiene un artista, y he ahí el elemento creativo, lo artístico de la Heráldica.
Y todo ese torrente de afán por conocer, por crear y por aprender, se canaliza mediante un método, un sistema, un aprendizaje que dura toda una vida si uno se la quiere dedicar.
En ello encontramos el aspecto técnico, el estudio minucioso, el uso de complejos nombres para poder transmitir a otros las proporciones, colores y formas que de otra forma difícilmente podríamos expresar con claridad.
Y por último, tenemos el elemento histórico, porque si bien el concepto moderno de la heráldica es medieval, ya hace miles de años los guerreros pintaban sus escudos en busca de una identidad propia.

Por eso, reflexionando en profundidad sobre todo ello, tendríamos que preguntarnos a nosotros mismos:

¿Realmente queremos que la Heráldica sea una ciencia? ¿Queremos cuantificarla?¿Promediarla? ¿Contabilizarla?

La Heráldica no lo necesita, y el heraldista tampoco.

Juan Manuel Quintana Zuazúa

1 comentario:

  1. Gracias Sr. Quintana por este aporte.Un saludo desde Villavicencio-Colombia.

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